ALITA LAILA

ALITA LAILA

En la Ciudad de México
había una Biblioteca visitada
por muchísimos ávidos lectores.
Maestros y estudiantes
solicitaban NORMALISTA,
novela de ambiente escolar
que tiene en la portada
el dibujo de una estudiante
acierto del pintor Leopoldo Estrada.

Pero entiende, mi niño, esa chiquilla
aunque era de papel veía y pensaba.
Veía multitud de personas
hundirse con pasión en la lectura
y pensaba que le gustaría
hacer ella lo mismo
porque los libros relatan aventuras
y contienen ricas enseñanzas.

Un memorable día
se le apareció un hada y le dijo:
"Desde hoy serás humana,
podrás ir y venir según escojas.
Te llamarás Alita Laila
y descubrirás tesoros increíbles,
alegrías y lágrimas."

Tal nueva inesperada
le causó regocijo
pero, como todo ignoraba,
tuvo que interrogar a sus vecinos.
Le contaron que escribas
hace ya muchos siglos
dieron a sus antepasados noble vida
en hojas de papiro y pergamino.

Alita se bebió todos los libros
y anheló conocer a los autores
que más la emocionaban.
Así vio en sus sueños
a Cervantes y Shakespeare,
a Tagore, France y Pierre Loti;
a la Condesa de Noilles, William Saroyan,
Benton, Daudet, Romain Gary,
y formó su familia con Cyrano,
Don Segundo Sombra, Platero, Canek,
Toro Ferdinando, El Principito
y el apasionado Tabaré.

Luego fue a conocer colonias
de nuestra trepidante Capital
y encontró hombres y mujeres
que son luz de los ciegos,
ayudan a los párvulos
a cruzar los ejes viales,
cuidan a los enfermos,
protegen animales,
se regocijan con el bien ajeno
y estudian con ahínco
para enaltecer nuestro México.
Y, de sorpresa en sorpresa,
Alita se alegró.

Mas también vio trabajadores
que luchan por sus objetivos
pero que, cuando los alcanzan,
no logran disfrutarlos
pues ya se hallan rendidos.
Encontró muchas parejas
que se multiplican irrazonablemente
para perpetuar dolores y pobreza,
y tropezó con entes perezosos,
hijos que despojan a sus padres,
hermanos envidiosos,
camaradas y amantes traicioneros,
y Alita sollozó.

Luego vio que en cinturones de miseria
que ciñen la metrópoli,
gentes hurgan basureros
para acallar su hambre
mientras en zonas distinguidas
otras queman billetes muy grandes.
Notó en servidores públicos
corrupta incompetencia;
habló con asesinos y ladrones
-seres malvados que se arrojan
contra todo y todo despedazan-
y el triunfo de la intriga conoció
y la injusta victoria de la muerte.
Entonces, el asco la enfermó.

Ante tanto esplendor
y tanta podredumbre,
Alita deseó retornar
a su tranquila casa de los libros.
Imposible,
ya no era de papel sino de sangre
y debía servir a los demás.
Pero, ¿cómo y a quién?
Nada sabía de nada sino historias
que recordaba haber leído
por lo que decidió irse a los jardines
a contárselo a las rosas y los pájaros,
a los menesterosos y los niños.

Y desde que nace el alba
hasta que el sol se ausenta,
feliz Alita Laila
dice cuentos y declama poemas.

* Tomado de Palacios, Adela (1982). Como caña de azúcar... México: FEM. 20-27.

Hunab Ku

El centro del universo, conteniendo el mal tanto como el bien. No hay orientación, todo es todas direcciones hacia adentro y hacia afuera. Sin tiempo, sin sitios, sueño y vigilia. Blanco y negro. Vida y muerte. Todo y nada.

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